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Preguntas Frecuentes



Recopilación de las preguntas más frecuentes

El uso de edulcorantes artificiales ha crecido enormemente en las últimas décadas. La preocupación por el peso corporal o el tratamiento de la diabetes incrementan su demanda ente aquellos que, sin querer renunciar al sabor dulce de sus comidas, quieres perder peso o controlar mejor sus niveles de glucosa en sangre. En los últimos años, el uso se ha incrementado de una forma espectacular, siendo en la actualidad difícil encontrar bebidas refrescantes, caramelos o chicles que no contengan en mayor o menor medida algún edulcorante.

A lo largo de los más de 100 años de uso muchos han sido los que han desconfiado de su seguridad. En los medios de comunicación, se ha relacionado su consumo con la aparición de diversas enfermedades, incluidos algunos tipos de cáncer.

Pero los posibles efectos adversos de los edulcorantes van más allá. En los últimos 5 años ha aparecido otra nueva línea de investigación, la cual relaciona el uso de edulcorantes artificiales con la aparición de diabetes tipo 2. Se trata de un ejemplo del efecto cobra, el cual consiste en que la aplicación de una medida para solucionar un problema, finalmente, lo empeora. Así, en estos estudios se relaciona el consumo de edulcorantes con un aumento de la sensación de apetito, así como cambios en la microbiota intestinal (bacterias que habitan en el intestino) que favorecen el aumento de peso y la aparición de diabetes.

Los estudios evaluados por la EFSA (agencia europea de seguridad alimentaria) no dan validez a esas informaciones, y mantienen el permiso para su uso de forma habitual. Por tanto, a falta de nuevas y más completas investigaciones sobre el tema se puede establecer que el uso de edulcorantes artificiales es seguro, aunque siempre que se realice un uso responsable de ellos, evitando el abuso.

Pueden consultar más información sobre los edulcorantes en el siguiente material:
https://diabetesalacarta.org/wp-content/uploads/2017/05/edulcorantes-alimentos.pdf

El índice glucémico es una medida creada para poder valorar el efecto de los alimentos sobre los niveles de glucosa en sangre. A pesar de que se trata de un concepto teórico, se intenta aplicar a la práctica diaria de la alimentación de las personas con diabetes. Es importante conocer cómo se calcula este índice. Lo primero que se debe saber es que el cálculo se realiza en personas que no tienen diabetes. El proceso es el siguiente: Un día se toman 50g de glucosa en ayunas. Se realizan pruebas de glucosa en sangre antes y durante las 2 horas de la ingesta. Otro día, se toma el equivalente a esos 50g de glucosa en forma del alimento a estudiar (por ejemplo, 100g de pan que aportan 50g de hidratos de carbono). A continuación, se realizan las pruebas de glucosa en sangre durante las 2 horas posteriores a la ingesta. Finalmente, el índice glucémico se construye comparando el resultado obtenido con ese alimento respecto de los valores obtenidos al tomar glucosa.

De este modo, el índice glucémico indica la capacidad que tiene un alimento para incrementar los niveles de glucosa en sangre respecto del efecto que se produce al tomar glucosa. Se establecen los siguientes niveles de índice glucémico según el valor obtenido:
  • Índice glucémico alto: valores mayores de 70
  • Índice glucémico moderado: entre 55 y 70
  • Índice glucémico bajo: valores inferiores a 55

De este modo, los alimentos con índice glucémico alto elevan los niveles de glucosa en sangre más rápidamente, con un efecto parecido al que sucede al tomar glucosa.

Muchos estudios han valorado el efecto de seguir una alimentación basada en alimentos de índice glucémico moderado o bajo. La Asociación Americana de Diabetes indica que este tipo de pauta de alimentación puede ser claramente beneficiosa en las personas con diabetes, ayudándoles a mejorar sus niveles de glucosa en sangre.

Puedes encontrar los valores de índice glucémico de los diferentes alimentos en la sección equivalencias de nuestra web.

Bibliografía:
Evert AB, Boucher JL, Cypress M, Dunbar SA, Franz MJ, Mayer-Davis EJ, et al. Nutrition therapy recommendations for the management of adults with diabetes. Diabetes Care. 2014;37(SUPPL.1):120–43.
En el tratamiento de la diabetes se suele recomendar hacer 5 comidas al día. Esta es una de aquellas recomendaciones que parece cargada de sentido común, pero que no siempre está basada en el conocimiento científico actual. Y es que actualmente no queda del todo claro que un reparto en 3, 4 o 5 comidas sea mejor o peor para el tratamiento de la diabetes. Seguramente, la razón principal es que son muchos los factores que influyen en ello.

Por ejemplo, algunos tratamientos como insulinas de acción prolongada o algunos fármacos orales que pueden dar lugar a hipoglucemias necesitan de un mayor reparto de las comidas a lo largo del día. De ese modo se consigue evitar que la glucemia descienda más allá de lo normal entre comidas. También es el caso de aquellas personas que inyectan insulina con la cena o antes de ir a dormir. Algunos tipos de insulina pueden producir hipoglucemias a las pocas horas de la inyección, con lo que un suplemento con hidratos de carbono antes de ir a dormir puede ser la forma de evitar la temida bajada de azúcar durante la noche.

En el reparto diario de comidas, es imprescindible adaptarse a las preferencias de cada individuo. Así, algunas personas prefieren comer solamente 3 veces al día, mientras que para otras, comer frecuentemente (5-6 comidas diarias) les ayuda a evitar el picoteo entre horas y controlar su peso corporal. En este punto cabe insistir en un aspecto. Al realizar 5 o 6 comidas diarias nos referimos siempre a repartir la pauta alimentaria en 5 o 6 ingestas y no a realizar 5 o 6 comidas completas. Así, también promovemos la introducción durante el día de gran variedad de alimentos que nos ayudan a llegar a las recomendaciones, como la de 5 piezas entre fruta y verdura al día. Sin embargo, en muchos casos, al comer 5 o 6 veces al día la persona acaba tomando más alimentos de los debidos, lo cual puede llegar a ser la causa de un aumento de peso.

En relación al control de los niveles de glucosa en sangre, no queda claro cuál es el reparto óptimo. Tradicionalmente se ha aplicado el sentido común, argumentando que un mayor fraccionamiento del consumo de hidratos de carbono a lo largo del día, ayudaría a evitar grandes aumentos de los niveles de glucosa en sangre después de las comidas. No obstante, en los últimos años, algunas investigaciones indican todo lo contrario. Se argumenta que, al tomar hidratos de carbono de forma demasiado frecuente, el organismo mantendrá unos niveles de insulina elevados durante todo el día, lo cual favorecería una más rápida progresión de la enfermedad.

Por tanto, queda claro que no todo el mundo debe comer 5 veces al día, sino que se debe adaptar el número de comidas según muchos factores que dependen de cada persona. Como siempre, por encima de todo, se debe adaptar la alimentación a la persona y no la persona a la alimentación.
En la web disponemos de una herramienta que permite calcular la cantidad de hidratos de carbono que necesita cada persona. Este cálculo se basa en fórmulas que, según las características de cada individuo (edad, peso, complexión corporal, niveles de actividad física…), permite estimar cuales son las necesidades energéticas y de hidratos de carbono. Idealmente, a partir del cálculo de las calorías totales que necesita un individuo, se establece un porcentaje de ellas en forma de hidratos de carbono, proteínas y grasas. Tradicionalmente, una pauta de alimentación saludable debería incluir un 50 a 60% de estas calorías totales en forma de hidratos de carbono.

En los últimos años, se ha sugerido que las pautas de alimentación de las personas con diabetes podrían incluir un porcentaje menor de hidratos de carbono, lo cual ayudaría a un mejor control de los niveles de glucosa en sangre. En este sentido la Asociación Americana de Diabetes indica que no existe una cantidad determinada de hidratos de carbono en la alimentación de las personas con diabetes, por lo que tan recomendable puede ser una pauta alimentaria tradicional, de alto contenido en hidratos de carbono, como una pauta moderadamente baja en hidratos de carbono.

Por ello, en la herramienta calculadora de hidratos de carbono hemos incluido la posibilidad de elegir entre una pauta tradicional, rica en hidratos de carbono, o una pauta de contenido moderadamente bajo en hidratos de carbono. En ambos casos, los hidratos de carbono se podrán distribuir en 3 o 5 comidas diarias, según sean las necesidades o gustos de cada individuo.
Las recomendaciones sobre alimentación en personas con diabetes se han ido modificando a lo largo de los últimos años. Estos cambios se producen a medida que la investigación en diabetes y alimentación va avanzando. Por ejemplo, algunos alimentos que hace algunos años eran poco recomendados, como la sardina, son en la actualidad elementos básicos de la alimentación de las personas con diabetes.

De este modo los alimentos ricos en grasas eran perseguidos hace algunos años mientras que hoy, aquellos ricos en grasas saludables como el aceite de oliva virgen extra, los frutos secos o el pescado azul deben ser incluidos en la alimentación de las personas con diabetes. Si bien se trata de alimentos de alto contenido calórico, los beneficios asociados a su consumo recomiendan su uso habitual. Eso sí, como en cualquier alimento, la frecuencia de consumo y las cantidades utilizadas deben adaptarse a las necesidades y características de cada persona. De todas formas, el consejo actual tiende a ir un poco más allá y no solamente se tiende a hablar de grasas buenas o grasas malas, sino de alimentos más o menos recomendados. Por ejemplo, es necesario reducir el consumo de alimentos que contengan muchas grasas saturadas o las denominas trans como encontramos en los alimentos procesados. Y a su vez, es necesario potenciar aquellos alimentos que aportan más beneficio para la salud y el control de la diabetes, como las grasas saludables junto con el resto de alimentos básicos en la alimentación como vegetales, frutas, lácteos, cereales enteros y legumbres. El equilibrio de todos esos alimentos es fundamental para conseguir una buena alimentación y un buen control de la diabetes.
La diabetes es una de las enfermedades crónicas que afecta a más población en el mundo. Su alta asociación con la obesidad repercute en la forma como debe ser la alimentación de las personas con diabetes, pues no solamente se deben controlar los alimentos ricos en azúcares o en hidratos de carbono, sino también el aporte total de calorías.

Para facilitar la alimentación aparecen productos especiales para personas con diabetes, los mal llamados popularmente alimentos para diabéticos. Suelen recibir numerosas críticas pues, en muchos casos, este tipo de alimentos son básicamente un producto resultado del marketing de algunas empresas, no siendo especialmente interesantes para el consumidor. En efecto, al realizar el análisis nutricional de muchos de estos productos se observa como la mayoría han reducido el contenido de azúcar, sustituyéndolo por edulcorantes artificiales. Este es el caso de turrones, galletas o productos de bollería, donde habitualmente esta reducción del contenido de azúcares viene acompañada de un aumento del contenido de grasas poco recomendables. Por ello, muchos de estos alimentos no suponen una ventaja para el consumidor, sino seguramente un mayor perjuicio.

Además, en ocasiones se tiende a pensar que si se reduce el contenido de azúcar se conseguirá un menor efecto sobre los niveles de glucosa en sangre. Esto no siempre es cierto, pues se debe recordar que todos los hidratos de carbono aumentan los niveles de glucosa en sangre. Por ejemplo, unas galletas sin azúcar también aumentan el nivel de glucosa en sangre pues, aunque se reduzca el contenido de azúcares, sigue manteniendo un alto contenido de hidratos de carbono que provienen de la harina con que se elaboran las galletas.

Por tanto, como norma general recomendamos elegir alimentos de la mayor calidad posible, evitando el uso de este tipo de alimentos especiales para diabéticos a menos que se traten de recomendaciones específicas de alguno de sus profesionales sanitarios.

Por ejemplo, siempre será mejor escoger en Navidades un turrón de buena calidad con un porcentaje alto de frutos secos respecto a sus azúcares añadidos, que no un turrón especial para diabéticos que contiene menos cantidad de frutos secos en proporción a los azúcares.
Leer bien el etiquetado en cuanto a ingredientes principales y composición nutricional es esencial para poder elegir entre un producto u otro de la misma categoría.
Las etiquetas de los alimentos son un material imprescindible para el control de la alimentación en personas con diabetes. La información que aporta ayuda a elegir un alimento entre la variada oferta que se encuentra disponible. No obstante, la información facilitada no siempre es fácilmente comprensible por lo que puede dar lugar a equivocaciones o a falsas interpretaciones.

En nuestro mantel “Claves de la Información Nutricional en las Etiquetas de los Alimentos” puedes encontrar toda la información específica que se debe conocer para un buen control de la diabetes. Esta información es esencial para conocer un alimento nuevo o para poder comparar entre diferentes marcas de un mismo producto y elegir aquellas que es más conveniente.

Tal como indicamos en el material, deben quedar dos conceptos claros en relación al control de la diabetes:
  • A pesar de que en un alimento aparezca etiquetado como bajo contenido en azúcares o sin azúcares, no significa que se pueda tomar libremente. Esta información solamente hace referencia a los azúcares, pero puede contener otros tipos de hidratos de carbono que sí aumentan las cifras de glucosa en sangre.
  • Para elegir entre diferentes productos es necesario comparar el contenido calórico total, así como el resto de nutrientes, como el contenido en grasas saturadas o sal, pues de ello dependerá la calidad nutricional del producto.


Puedes consultar más información sobre el etiquetado de los alimentos en el siguiente material:
https://diabetesalacarta.org/wp-content/uploads/2017/05/etiquetas-alimentos.pdf
En ocasiones aparecen nuevas polémicas en relación con las frutas. A pesar de contener vitaminas, minerales y fibra entre otros nutrientes, también son ricas en azúcares. Por ello, muchas veces se plantean preguntas como: ¿se pueden tomar teniendo diabetes? ¿qué frutas tienen un mayor contenido en azúcares?

Durante mucho tiempo se ha considerado que las frutas eran un alimento de índice glucémico elevado (rápido aumento de los niveles de glucosa en sangre), por su contenido en azúcares. Por eso se recomendaba tomar la fruta siempre acompañada de otros alimentos, para que al mezclarse pasara a la sangre más lentamente y así evita los picos de glucemia después de su ingesta.

Ahora sabemos que la fruta tiene un índice glucémico entre moderado o bajo, según el tipo de fruta. Es cierto que su contenido en azúcares es elevado, pero parte de esos azúcares están presentes en forma de fructosa. La fructosa una vez absorbida se transforma en glucosa, en un proceso que puede durar unos minutos. Por ello, a pesar de contener azúcares, la fruta puede ser incluida en cualquiera de las comidas del día de las personas con diabetes. La única precaución es controlar la cantidad de fruta ingerida, pues así se evita tomar una cantidad elevada de hidratos de carbono en forma de azúcar.

Es habitual recomendar o incluso prohibir una u otra fruta indicando que su contenido en hidratos de carbono es elevado. Para poder disfrutar de este alimento se debe conocer la cantidad que cada fruta aporta según la porción de consumo. Por ejemplo, una de las frutas con mayor contenido en hidratos de carbono es el plátano. Por cada 100g, aporta unos 20g de hidratos de carbono. No obstante, esto no quiere decir que no se pueda tomar plátano, ya que una pieza pequeña, de unos 100g, aporta unos 20g de hidratos de carbono, que es la misma cantidad que contiene una manzana o una naranja de tamaño medio. Por tanto, no se trata del tipo de fruta, sino de la cantidad que se toma de cada fruta. Puedes consultar el contenido de hidratos de carbono (azúcares) de las distintas frutas en los materiales:
https://diabetesalacarta.org/wp-content/uploads/2016/12/Mantel_fruta.pdf https://diabetesalacarta.org/wp-content/uploads/2016/12/Mantel_fruta_2.pdf

Finalmente resaltar que, desde un punto de vista nutricional, un zumo de frutas no es equivalente a una pieza de fruta. El zumo de fruta no aporta todos los nutrientes incluidos en la pieza de fruta, siendo un alimento rico en azúcares pero que ha perdido la fibra y parte de las vitaminas y minerales incluido en la fruta. Además, eleva los niveles de glucosa en sangre de forma mucho más rápida que la pieza de fruta. Por lo tanto, siempre deberemos priorizar el consumo de fruta entera a poder ser con su propia piel respecto su versión en zumo.
Algunas de las personas con diabetes siguen un tratamiento con determinados fármacos o con insulina. En algunos casos, estos tratamientos pueden reducir los niveles de glucosa en sangre incluso por debajo de los niveles normales, dando lugar a una hipoglucemia.

En las personas con diabetes se define la hipoglucemia con un valor de glucosa en sangre por debajo de 70mg/dl, habitualmente acompañada de síntomas como sudor, temblor, taquicardia, sensación de apetito, falta de concentración o mareo, entre otros muchos. Las hipoglucemias se clasifican en leves-moderadas cuando la persona las puede tratar por sí misma mediante la ingesta de alimentos y como graves cuando necesitan la asistencia de otras personas para su tratamiento.

El tratamiento de la hipoglucemia mediante alimentos se basa en el aporte de unos 15g de azúcares. A continuación, se establece un margen de espera de unos 15 minutos. Si pasado ese tiempo la hipoglucemia se mantiene, entonces se deberá repetir el proceso, aportando otros 15g de azúcares hasta normalizar los niveles de glucosa en sangre.

Estos 15g de azúcares se tomarán en forma de alimentos de fácil digestión como:
  • 1 vaso de agua con 2 sobres o 2 cucharadas de azúcar.
  • 1 vaso de bebida isotónica o bebida azucarada.
  • 1 vaso de zumo de frutas.
  • 1 gel o 3 pastillas de glucosa (depende del tamaño).
  • 20g de miel.

Es importante evitar alimentos como bollería o chocolates, pues las grasas que contienen hacen que la digestión se mucho más lenta y, por tanto, la hipoglucemia se resuelve mucho más lentamente. En algunos casos, una vez resuelta la hipoglucemia puede ser recomendable tomar otra porción de alimento de liberación más prolongada, como un trozo pequeño (unos 20g) de pan integral con jamón o queso. Con ello se evita que la hipoglucemia pueda reaparecer, especialmente durante la noche o en aquellos días en los que se ha realizado más actividad física de lo habitual.
Una alimentación adecuada es capaz de mejorar el control glucémico de las personas con diabetes tipo 2. La Asociación Americana de Diabetes establece una mejora de los niveles de hemoglobina glucosilada (parámetro utilizado para medir los niveles promedio de glucosa en sangre) de en entre 0,5 y 2 puntos. Esta reducción es similar a la que se podría conseguir con algunos de los fármacos utilizados en el tratamiento de la diabetes tipo 2.

Pero estas mejores no se consiguen solamente al seguir la típica pauta de alimentación (o dieta) en la que se indican las cantidades de cada comida del día. Para lograr esa mejora es necesario seguir un programa de educación nutricional, es decir, adquirir los conocimientos necesarios para disponer de la autonomía suficiente como para decidir sobre aquellas elecciones alimentarias más saludables, tener control de las cantidades de hidratos de carbono ingeridas, así como del tipo de hidratos de carbono (índice glucémico). Además, es necesario saber adaptar la alimentación a situaciones especiales como comidas fuera de casa, celebraciones, viajes o práctica de ejercicio físico.

Estos programas educativos requieren visitas de formación con el equipo asistencial, idealmente formado por médicos, enfermeras y nutricionistas, los cuales deben aportar en diferentes sesiones de trabajo (individuales o grupales) la información adaptada a las necesidades de cada individuo.

De este modo, una buena alimentación permite un mejor control de la diabetes a la vez que se asocia a un mejor estado de salud.